jueves, noviembre 10

"Tenemos que hablar"...


¿Acaso esta fatídica frasecita, no va siempre musicalizada con un ¡¡¡"chan chan chaaaaan"!!!
y seguida, aunque sepas o sospeches de "que" es lo que quieren hablarte... de un nudo en el estomago? Ese que se transforma en una bola, y te obliga a hacer el esfuerzo de controlar la voz para contestar dignamente un tímido "OK".
Aquí es cuando uno se da cuenta que creer no es lo mismo que saber y que como suelo pensar a veces, ignorar ciertas cosas es una bendición, jajaja.

El "tenemos que hablar" nos lo encontramos en todo tipo de relaciones, de amistad, trabajo o de pareja y siempre, siempre... aunque te lo digan con una sonrisa, se sabe que traerá malas noticias.
En el caso de las relaciones amorosas, quizá, estas palabras no sean las más cruciales, pero siempre son las más dolorosas y decepcionantes.

La que llamaremos "la frase", puede llegar de improviso, o como ya dije antes, estarse esperando bajo sospechas. En este último caso, muchas veces nos adelantamos para poder decirla primero, y asi no recibir la bala sino que dispararla. El peligro de esto es que nos arriesgamos a meter las patas y que nuestro pronóstico de eso que nos "quieren hablar", no sea tal.
Cuando por otra parte llega de improviso, siempre te deja frio por unos minutos y en un suspenso torturante hasta que se produce "la charla" en cuestión.

Quizá mi experiencia no es suficientemente amplia para poder verificar esto, pero creo estar cercana de la verdad al asegurar que el tema principal de dicha conversación será solo uno, dependiendo del tipo de relación:
- si ya se es pareja, la charla se resume en un "esto no esta funcionando", seguido del cauteloso "demonos un tiempo" o del temido "esto se acabó". Sea cual sea la conversación, es el principio del fin, o el fin inmediato sin más.
- si no se es pareja aun, la charla se resume a un "no quiero nada serio en este minuto". Es aquí donde me cuesta definir cual es el resultado de esta revelación, porque si el receptor tiene las intenciones claras no hay mucho problema, se coincide o no en las espectativas y por lo tanto se termina o se continúa .... pero ¿y si las intenciones del receptor no estan claras? ¿Aun sin saber que se espera de la otra persona pierde sentido seguir adelante al cerrarse esa puerta?

El problema de no tener definidas las espectativas, es que la frase te pone entre la espada y la pared y te obliga a definirlas... para saber si estas deacuerdo o no. Esto vuelve todo más confuso y definitivamente cambia la relación, porque hace que te cuestiones sentimientos, espectativas, o acciones, volviendose todo más forzado, menos espontáneo... ¡¡¡y sobretodo te hace cuestionarte que hiciste o dijiste para que el otro pensara que era el momento de plantear intenciones!!!

En resumen creo, que aparte de situaciones especiales, en este caso también es el principio del fin, aunque puede ser un final más largo y dilatado, más suave, menos dramático... pero final en definitiva.

Para terminar, quería dejar aquí una recomendación para aquellos que quizá se adelantan a los hechos o las intenciones... antes de proponer un "tenemos que hablar", averigua que intenciones reales tiene el otro, o si tiene alguna... porque visto lo visto, podemos decir que la frase y todas sus variantes son equivalentes a un:

The End
Veritz