jueves, abril 4

De príncipes a Pinochos


Este es un tema del que no se si ya he hablado muchas veces, o solo lo he tocado de refilón, pero es algo tan presente y habitual, que sea cual sea la opción, volveré a tocarlo, jajaja.

Quiero aclarar antes de empezar, que siempre o casi siempre, cuando hablo o me refiero a las mujeres, lo hago sobre aquellas mayores de 26 años, y en general, incluso, de las mayores de 30, entre las cuales me identifico yo.
Y es que las mujeres de más de 30, hemos dejado de tener hace mucho, pajaritos en la cabeza y principes azules en el corazón. La vida ya nos ha demostrado "lo que hay" y no nos engañamos a nosotras mismas esperando imposibles, pero aun asi es inevitable esperar decencia, respeto y humanidad de parte de ese otro género que nos trae de cabeza, en todos los sentidos, para bien y para mal.

Hoy me quiero referir a esa manía que tienen los hombres, creo que desde siempre, pero que en el mundo moderno en el que vivimos es absolutamente injustificada, de "mentir", prometiendo falsedades o simplemente simulando mayor interés, entusiasmo o intenciones para conseguir sus objetivos (¡que ya sabemos cuales son!).
Ya no solo porque me parece absurdo e innecesario, sino reprochable... es que sigo cayendo en la trampa de creer en las palabras y en la honestidad de mis interlocutores masculinos, con su consiguiente sorpresa y decepción al darme cuenta que todo lo dicho, o su mayoría, no se corresponde con la realidad presente de sus ganas, intenciones o incluso condición.

Y vuelvo a preguntarme una y otra vez... ¿porqué? ¿Es que acaso, los hombres piensan que una mujer de más de 30 años va a acceder a sus encantos solo por sus palabras bonitas? ¿Qué hará o dejará de hacer algo por una linda promesa? Os informo desde ya, hombre allí fuera, que lo que hacemos o dejamos de hacer es porque y cuando nos da la gana. Ya lo dice esa famosa frase "el hombre cuando puede, la mujer cuando quiere".
Una bonita performance es insostenible en el tiempo, con lo que, aunque en un principio pueda parecer que da resultado, siempre será pan para hoy y hambre para mañana... lo que sigue sin tener lógica para mi.

Es de gran sospecha, cuando en las primeras citas, el hombre muestra un entusiasmo sin igual, se desvive casi exageradamente en piropos, y todo es tan perfecto que se prometen futuras repeticiones y encuentros ya desde un inicio. Ese tipo de citas son las que terminan con la desaparición, total o parcial del individuo después de que, siendo primera, segunda, o tercera cita (nunca pasa de ahi) se ha terminado en alguna habitación. El problema es que os pensais que este final ha sido provocado por vuestra zalameria y por vuestra promesa de una cena o una visita a la casa de la abuela en los pirineos... pero la verdad es que solo "habeis triunfado" porque después de evaluar la situación y las ganas... decidimos que queríamos que aquello pasara... ¡y punto!
Si el hombre esta interesado en tener sexo y poco más, debería buscar una mujer que busque lo mismo, y sin trampas ni mentiras, pero siempre con mucho respeto, plantear intenciones honestas. ¿No es mejor esto que meterse en un lodazal de mentiras y simulaciones, para que al final (y sin mucha demora, ¡¡pues los hombres mienten muy mal!!) todo termine en nada otra vez y además quedes como un cabrón? ¿Es parte de la caza y de la sensación de ganar, sentir que tienes a una mujer engañada con tus artimañas?

No llegareis a nada con esas técnicas, y solo conseguireis que nos sigamos quejando, y con razón, sobre lo difícil que es encontrar a un hombre recto. 
Quizá las chiquillas quinceañeras o de veinti-pocos, sigan soñando con fantasias y puedan caer y ceder frente a palabras bonitas... pero nosotras ya no, y con estas estratégias no ganais nada, pues lo que pase no será por vuestras palabras sino por nuestro consentimiento, pero si perdeis muchisimo, porque rápidamente os descartaremos, sumareis un punto negro más a los muchos que ya tenemos sobre vosotros, y os encontrareis cada vez más con mujeres protegidas, desconfiadas y distantes, forjadas por muchos años de desilusión tras desilusión.

Y sin ánimo de ofender termino con una recomendación: "No me prometas nada, pues nada espero de ti. Solo demuestrame que eres alguien en quien puedo confiar, y recibirás de mi todo lo demás"
Veritz