Está permitido, aceptado y a
veces hasta “alentado” que los niños crean
y tengan un mundo de fantasía a su alrededor. Es sano y natural que la
imaginación desbordante de un niño de soluciones mágicas a lo que no entiende,
piense que no todo tiene una explicación científica o lógica, y sobretodo, que
viva con esperanzas e ilusiones que cosas maravillosas puedan pasar a su
alrededor.
Pero todo esto esta bien solo si
eres un niño. Cuando crecemos, nuestros alrededor comienza cruel e
irremediablemente a destruir nuestro mundo mágico, nuestra fe en lo mítico… y
si esto no sucede, esas creencias se toman como locura, como excentricidades, y
no son parte del conocimiento civilizado.
De pequeña, mi imaginación no
tenia fin, yo vivía siendo una princesa, sumida en historias maravillosas,
buscando duendes en los bosques, corriendo aventuras donde todo era posible y
quise resistirme a la “cruda realidad” hasta muy mayor, pero como supongo que
le paso amucha gente, la revelación de
la inexistencia de Santa Claus o los Reyes Magos a mis ¡¡¡10 años!!! comenzó el
declive y abandono de la magia en mi vida.
Pero no deberíamos confundir fantasía
con mágica. La fantasía es parte de nuestra imaginación, nos permite soñar,
imaginar y a los niños les permite jugar y aprender… pero la Magia va mas allá.
La magia es real, y esta en todas partes. Esta en ese sentimiento embriagador
que sientes al pararte frente al mar y escuchar el sonido de las olas, esta en
la explosión de recuerdos que llegan a tu mente al reconocer un olor que creías
olvidado, esta en la química instantánea de un amor a primera vista, esta en la
energía que recorre tu cuerpo cuando te invade la música, esta en las lagrimas
de unos padres al oír por primera vez el llanto de su bebe, esta en la intuición
y en la Fe, en la oportunidad que nos damos de creer en que cosas buenas pueden
pasar, en el creer que podemos influir en lo y quien nos rodea.
Al crecer es normal que perdamos
parte de la fantasía, que se convierta mas en un juego imaginativo, pero no deberíamos
perder la magia. La sociedad actual nos aliena, penaliza y castiga todo lo que
tenga q ver con ella y simplemente dejamos de creer. Dejamos de creer en q todo
es posible, pero también dejamos de creer en los demás, en la fuerza, bondad y
poder del ser humano y lo mas triste de todo, dejamos de creer en nosotros
mismos. La civilización actual y las oscuras manos que la mueven nos han
individualizado, nos han separado y nos han otorgado nuevas metas de poder y
dinero que nos han quitado nuestro poder.
Con la desaparición de la Magia
de la navidad, mi mundo mágico/fantástico empezó a romperse y desmoronarse y lo pensé perdido. Estaba confundida,
la adolescencia es complicada, te lleva del mundo infantil al adulto, no se
sabe en que creer o como creer y pienso que en parte es por la negación de esa
magia.
Pero Gabriel García Márquez me
rescató. Me mostró que la magia seguía existiendo en ese mundo adulto, me
mostro que la Magia ES energía, que lo envuelve todo, y que como ella ni se crea
ni se destruye, solo cambia, evoluciona,
pero jamás desaparece.
A pesar de todo costó muchos años
llegar a interiorizarlo, era nadar contra la corriente, pero cuanto más creo,
mas cerca me siento de la paz interior. Se siente bien, siente correcto el
simple hecho de dejarme fascinar por lo que me rodea. La fe en ti mismo y en
los demás te da esperanza y la esperanza es una luz que no permite que caigas
en la oscuridad.
La magia esta por todos lados, en
nuestra vida, en la naturaleza, en la interacción con los demás, y García Márquez
me permitió descubrir eso y mantener la luz encendida en mi.
Gracias Gabriel por tu mariposas
amarillas, por tus locuras de amor desbordadas, por la magia del hielo, la sabiduría
de la vejez, la intuición de la mujer y porque nos ayudaste a entender que la
muerte es parte de la vida.
Gracias Gabo, hasta pronto y que
la magia te acompañe.
Veritz
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